Es tiempo de ensanchar tu corazón para poder recibir y dar del amor y la gracia de Dios; Levántate, se libre de toda religiosidad, y disfruta compartiendo Las más ricas bendiciones del Señor. porque su misericordia es nueva cada mañana ¡Grande es Su fidelidad!

Esto hará que nunca cierres tu mano hacia los necesitados, sino más bien te muevas como el Señor mismo lo haría; Él no hace acepción de personas, sino más bien, recibe a todos los que le buscan de corazón, y los transforma, muchas veces sin palabras.

Veamos un ejemplo en Lucas19; Aquí la palabra relata que Zaqueo al saber que Jesús pasaba por Jericó, y siendo una persona de baja estatura, se subió a un árbol sicómoro para poderlo ver; Jesús le dijo: Zaqueo, bájate porque hoy mismo te visitaré en tu casa; todos murmuraban acerca de Jesús, diciendo que estaba entrando a la casa de un pecador; (y estos murmuradores son los religiosos que critican que se visite a una persona como Zaqueo, que había tocado fondo y le urgía ver a Jesús) pero Jesús tuvo misericordia de él, Y esto le quebrantó, Zaqueo le dijo a Jesús: la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si a alguien he defraudado, se lo regresaré cuadruplicado.

Esta es una historia impresionante que describe como el Señor no ve el exterior, pero ve el corazón; y lo mostró porque de toda la multitud que lo apretaba, escogió un corazón hambriento de su presencia; a Zaqueo, al cual nunca le exigió un cambio de vida, pero su presencia lo quebranto, y deseo de todo corazón un cambio de vida. Esto hace el amor de Dios.

Esto sucederá en la actualidad a través de corazones ensanchados, llenos de su amor. Muchas veces, Él no hablará una sola palabra, pero su presencia será suficiente, para quebrantar los corazones más endurecidos y pecadores, que desearán un cambio de vida.

Ten un corazón ensanchado, capaz de no ver lo exterior, sino el interior, libre de un juicio sin misericordia. Dios da su gracia a corazones libres de soberbia, egoísmo, mezquindad y dureza de corazón; corazones que más bien son influencia de transformación, como Jesús.

OREMOS: Padre celestial; limpia con tu sangre preciosa nuestra vida de religiosidad; Haznos árboles de justicia, que meditan día y noche en tu amor, en tu sabiduría, en tu gracia; para ser personas que tú uses, libres de religiosidad, y llenas de tu gracia, la cual bebemos de ti; para que infinidad de personas te vean, mi amado Jesús. Y sean libres de todo lo que les impide caminar en tu propósito, disfrutando la vida plena y abundante que tú tienes para ellos, Amén.

(Basado en Isaias54:2-3, 1aCo3:16, Colosenses2:8, 2aCorintios6:11-13, Lucas19, Salmos1:3)